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Interés. Esa palabra seguramente la has escuchado toda tu vida y nunca la has comprendido, ni siquiera aquella vez que viste que él/ella no tenía interés en ti – sin Yolanda Maricarmen. Ahora, hablando de cosas menos tristes pero más dolorosas, te platico sobre el interés en términos financieros.

Existen dos tipos de interés: el simple y el compuesto. Básicamente varían en cómo se calculan, pues el primero se calcula aritméticamente y el segundo de forma geométrica. Sin entrar en cosas de extraterrestres, en el interés simple pagas/cobras menos en comparación con el compuesto, y su cálculo es el siguiente:

(Lo que te prestan)*(1+ tasa de interés)*(tiempo del préstamo)

En el interés compuesto terminas pagando/cobrando más, debido a que se vuelve a capitalizar; sería como decir que te cobran interés sobre el interés. Para calcularlo, la fórmula es:

(Lo que te prestan)*(1+tasa de interés)^(tiempo del préstamo)

^ = elevado

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En palabras simples, los intereses son el costo de pedir o prestar dinero, es decir, lo que yo gano o pago por disponer o no disponer de alguna cantidad en cierto momento. Te lo pongo más fácil: cuando vas al banco y pides un préstamo, te dicen que éste lleva un interés, lo que significa que vas a pagar más de lo que pides prestado; ello se debe en primer lugar a que el dinero cambia su valor a través del tiempo (si te lo perdiste aquí te lo dejo ¡Vales 1000!…pero quizá mañana no), seguido de que el extra que vas a pagar es la ganancia del banco por haberte prestado.

Ahora, los bancos sí se pasan de lanza pues sus intereses son altísimos. Pero, ¿cómo miden los intereses?, ¿acaso la tasa sube de acuerdo a mi guapura?, ¿o tiene que ver con el humor del ejecutivo?, ¿o quizá tienen una ruleta en la que vienen diferentes tasas y solo le dan vuelta? ¡Pues efectivamente sí depende de tu guapura! No te creas, en realidad la tasa de interés tiene un modo de medirse muy peculiar y depende de tres factores principales: inflación, riesgo y tiempo.

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Imagínate que un extraño te pide dinero; en primera instancia, si pretendieras prestarle, ¿qué tendrías que evaluar? Primero hay que pensar en el tiempo, es decir, cuántos meses o años no dispondrás de ese dinero; inmediatamente a esto y si leíste el artículo anterior, sabrás que con base al tiempo tendrás que pensar en la inflación, por lo que deberías preguntarte cuál es el porcentaje de interés en el que, si le prestas en un plazo de un año o más, tu dinero siga valiendo lo mismo.

Posterior a esto evalúas el riesgo, y esto no quiere decir que prestar es un deporte extremo, sino que tienes que evaluar la posibilidad de que la persona en un momento dado no te pague. Me dirás “¿y cómo se hace esto, jefe?” Pues hay varios factores, entre ellos si esta persona ha pedido prestado antes, cuál ha sido su comportamiento con esos créditos, si tiene un trabajo y recibe una cantidad mensual segura con la cual pueda ir liquidando el pago y el número de gente que tiene que mantener en casa. Y así, si crees que es una persona que puede pagar a tiempo, asignas un interés bajo, ya que no tienes «riesgo» de que no te pague; o por el contrario, si crees que es muy probable que no te pague y aun así decides prestarle, asignas un interés alto para poder cubrirte contra el riesgo por si algún día esto pasa.

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Y prácticamente así es como los bancos asignan tu tasa de interés en un préstamo: checan el famoso buró de crédito (en el cual todos estamos, pero no con el mismo estatus), el cual recopila todos tus movimientos de créditos y préstamos y tu comportamiento con éstos, es decir, si pagaste a tiempo o si no pagaste a tiempo y cuántos préstamos tienes, asignándote una calificación con base a estas variables: entre más alta, el banco tiene menos «riesgo» al prestarte y por lo tanto la tasa de interés será más baja, o en cambio, si tienes muchos préstamos y vas retrasado en tus pagos, tu calificación será baja y por consiguiente tu tasa de interés será más alta.

A grandes rasgos así es como funciona esta onda de los intereses. Sé que es un tema un poco más extenso; sin embargo, espero comprendas estos conceptos básicos y, si te surgió alguna pregunta, no dudes en escribirme.

¡Soy el Jefe Marcos y de nada!

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